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Cambiar para no caer: La Cooperativa de Agua ante una nueva oportunidad

La Asamblea de la Cooperativa de Agua de la Villa de Merlo del pasado fin de semana no fue una más. Fue un verdadero acto de soberanía de los asociados, que decidieron poner fin a un ciclo marcado por el estancamiento institucional, el aislamiento político y las mezquindades internas, para abrir paso a una nueva etapa que promete diálogo, compromiso comunitario y transparencia.

8 de junio de 2025 - 11:22 hs.

Con la elección de un nuevo Consejo de Administración, encabezado por vecinos comprometidos y reconocidos por su vocación de servicio, se produjo un recambio profundo que también incluyó la salida de todo el Consejo de Administración liderado por Belén Gurruchaga y del histórico síndico Domingo Malovini, quien durante años fue una figura de poder interna en la cooperativa. El mensaje de la Asamblea fue claro: la comunidad exige una gestión renovada y participativa, con merlinos comprometidos y en diálogo con el municipio y los empleados.

Las nuevas autoridades —con Marcelo Arias como presidente, Ezequiel Bulacio como secretario y Patricia Díaz como tesorera— asumen el desafío de conducir una institución clave en la vida diaria de los merlinos: la que potabiliza y distribuye el agua en toda la Villa. Pero también cargan sobre sus espaldas una herencia pesada: una situación financiera comprometida, relaciones laborales tensas y una evidente fractura en el vínculo institucional con el Municipio.

Justamente ese vínculo será, a partir de ahora, determinante. Desde el gobierno municipal ya se ha tendido la mano para recomponer el diálogo que durante tanto tiempo fue esquivo. Una reunión formal está prevista para la próxima semana, donde se espera comenzar a construir una agenda común que ponga por delante las verdaderas prioridades: mejorar el servicio, sanear la cooperativa, cuidar a sus trabajadores y volver a integrarla plenamente al entramado institucional de Merlo.

Hay expectativas fundadas. El nuevo Consejo representa una síntesis interesante: personas honestas, con sentido común, con sus propios intereses partidarios pero con objetivos comunes, que conocen el territorio y que, por sobre todo, quieren lo mejor para su comunidad. En tiempos donde la desconfianza suele paralizar a las instituciones, la cooperativa necesita volver a ser eso para lo que nació: una herramienta solidaria al servicio de todos.

Lo que viene no será fácil. Habrá que revisar cuentas, abrir las puertas, atender reclamos postergados y, sobre todo, dejar atrás la lógica de trincheras que dominó en los últimos años. Pero hay algo que ya cambió: se terminó el tiempo de las administraciones cerradas sobre sí mismas, alejadas de los vecinos y enemistadas con el poder político local. Hoy comienza una etapa donde la cooperación —en el más amplio y noble sentido del término— debe ser la bandera.

La Cooperativa de Agua está frente a una nueva oportunidad. Y con ella, la comunidad también.

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