Política

A casi un año y medio de uno de los hechos mas aberrantes llevados a cabo por un agente público provincial, es preciso no olvidar ni perdonar

Alrededor de las 19:30 del 23 de marzo del 2021, cuando regía la cuarentena obligatoria y transcurrian las limitaciones más severas definidas por la pandemia, María Sol Uría, la entoces directora de la Casa del Poeta en Merlo y, en ese momento, candidata a diputada titular provincial por el Frente Kirchnerista Fuerza San Luis en […]

26 de agosto de 2022 - 19:16 hs.

Alrededor de las 19:30 del 23 de marzo del 2021, cuando regía la cuarentena obligatoria y transcurrian las limitaciones más severas definidas por la pandemia, María Sol Uría, la entoces directora de la Casa del Poeta en Merlo y, en ese momento, candidata a diputada titular provincial por el Frente Kirchnerista Fuerza San Luis en el Departamento Junín, fue detenida e imputada, junto a otras 7 personas, por participar de una fiesta clandestina con drogas, luego de un operativo llevado adelante por la Policía porteña en el hotel cuatro estrellas “Grand View Hotel & Convention Center” (Azcuénaga al 45).

Uría, una militante ultraalbertista que se desempeñaba como directora de la Casa del Poeta desde 2019 e hija de Omar Uría, ex miembro del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, era detenida esa noche por infracción a la Ley 23.737 y trasladada a la Alcaldía, no solo por violar el DNU presidencial, sino porque en el operativo le encontraron diferentes sustancias ilegales.

Luego de recibir un aviso, la división Sumarios y Brigadas de Prevención CC3, dependiente de la Superintendencia de Operaciones de la Policía de CABA, interrumpió en la fiesta por lo que según se informó, se trató de una “inspección en el hotel por una supuesta fiesta clandestina, en infracción a la Ley N° 23737 – Desobediencia”. En el lugar, los efectivos corroborarían la denuncia.

Es así que la fuerza de seguridad porteña logró constatar una larga lista de estupefacientes: 43 pastillas de éxtasis, 14 cigarrillos de marihuana, dos bolsas con flores de marihuana, tres cilindros y cinco bolsas con cristal, un envoltorio con LSD y una bolsa de nylon con cocaína.

Por otra parte, secuestraron un posnet, un DVR, un disco rígido externo, un equipo completo de DJ (seis consolas, tres parlantes y una pantalla led), nueve teléfonos celulares, 500 vouchers de consumición, $16.995, 26, bebidas no alcohólicas, 90 botellas de bebidas alcohólicas y 30 bebidas energizantes.

A partir de este punto, tomaría intervención la Fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 11.

Lo relevante y lamentable de esta cuestión es, sin lugar a dudas, que en un contexto tan desastroso para nuestro país y el mundo, donde perdíamos a nuestros seres queridos sin poder darles un último adiós, o familiares y amigos sufrían las penosas consecuencias de una economía devastada por un manejo paupérrimo de la pandemia, otros se divertían en fiestas exclusivas, con total irrespeto e impunidad ante tanto dolor social, sumando a tal hecho, el agravante de ser sujetos obligados a cumplir con los atributos propios e intransferibles de un servidor público.

Lejos de avergonzarse y ser apartada inmediatamente del círculo del gobernador Alberto Rodriguez Saá ante tal acto de escandalosa inmoralidad, la funcionaria tuvo la caradurez de intentar esconder su condenable conducta detrás de la delgada línea que separa lo privado de lo público, alegando que solo se trató de una actividad de interés particular y que este acontecimiento correspondía al ámbito de su privacidad.

No hace falta investigar demasiado para determinar que este tipo de actos tienen una ponderación especial en la tabla de valores del actual gobernador.

Recordemos cuando en 2018 la entonces Ministra de Educación, Natalia Spinuzza, se filmó luego de fumar marihuana.“Me fui a Marte” contaba en el video grabado durante un viaje a Holanda y confiaba que fue “un churro enorme” y que estaba “chupada”.

El destino de ambas fue, casualmente, ser premiadas.

Spinuzza dejó Educación y quedó encumbrada como secretaria de Estado de Medio Ambiente y Parques. Tiene rango de ministra. Se dio el lujo de llevar a juicio y lograr que una jueza comedida condenara al periodista Diego Masci por reproducir en un portal la grabación que circulaba por las redes. El gobernador fue el principal testigo y el abogado no fue otro que Omar Uría (padre de Sol).

Para fortuna de la libre expresión y del periodismo independiente, esta sentencia fue revocada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación hace días atrás, en un fallo histórico.

Uría, por su parte, conserva el cargo en un organismo oficial luego de su designación como jefa de uno de los programas dependientes de Cultura provincial y, después del escándalo de la fiesta clandestina con droga en Buenos Aires, pasando exactamente un año en las sombras, en marzo reapareció encabezando como representante del Programa Cultura, una charla en el encuentro de mujeres organizado por el Gobierno sanluiseño.

Luego de un año, supuso que todo se olvidaría y regresó a la escena dictando un taller de \”estrategias culturales inclusivas\”, como si nada hubiera pasado.

Estas actitudes demuestran que a nuestro gobernador y a sus secuaces convertidos en pseudo funcionarios completamente inoperantes, no les importa llevar al límite nuesta capacidad de tolerancia y jalan de la cuerda con total libertad, subestimando nuestro intelecto y nuestra paciencia.

En una realidad adecuada y justa, personajes políticos corruptos como María Sol Uría deberían estar pagando las duras consecuencias de sus actos inescrupulosos, sin embargo, siguen vendiendo moralidad a personas que ignoran el bajo nivel de ética con el que se desenvuelven, siendo protegidas por un poder nefasto, que siempre encuentra la manera de reciclar sus deterioradas imágenes para reincorporarlas luego, al caudal circular de agentes completamente incompetentes, pero serviles.

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